Martes, 6:30 de la mañana. Como todos los días nos reunimos
en la cocina para disfrutar de un buen desayuno. No nos entretenemos mucho
desayunando, puesto que estamos ansiosos por ver qué nos depara el mar.
Cargamos todo en la furgo y nos dirigimos a Lagido.
Efectivamente el swell ha llegado. El problema es que le acompaña un fuerte
viento del norte que machaca las olas. Lagido está imposible, literalmente
blanco por la espuma de las olas y la fuerza del mar. En Cantinho de Bahía la
situación es muy parecida. El mar está muy pasado y revuelto. Nos dirigimos
hacia Molhe del Este y Supertubos para comprobar si el mar es capaz de llegar
hasta ahí, aunque la dirección del swell no es la correcta para que estos
sitios funcionen. Así es, las olas en estos sitios no rompen con fuerza. Nos
toca esperar.
Así que vuelta a Peniche, desayunar de nuevo (esta vez
tranquilamente), y disfrutar de Rush Hour en casa. Un clásico de nuestros
viajes a Portugal. Poco antes de comer, volvemos a asomarnos por la playa a ver
si la situación es la misma. Nada ha cambiado. Únicamente el sol quiere darnos
una concesión y se anima a salir.
Tras dar buena cuenta de la comida preparada por Jan, y de
de una mini siesta al sol, volvemos a chequear la playa. Desde Almagreira hasta
más allá de Consolasao, vimos uno a uno todos los spots. El viento ha bajado su
intensidad, y puede que tengamos alguna posibilidad. Al volver al “córner” de
la Bahía, nos encontramos con más de 30 personas en el agua, y lo que es mejor
de todo, con olas mucho más ordenadas que a la mañana. Es nuestro momento. Erwan
no está muy decidido a entrar, pero al final le convencemos.
En el agua, durante la primera media hora, las olas no son
muy buenas, pero las series que llegan permiten sacarles partido. En el medio
de la bahía el mar está desfasado y se hace imposible surfear, por lo que “el córner”
es la única opción. Poco a poco el viento va bajando y el mar se ordena. Nos
desplazamos cada vez más hacia el medio, y acabamos disfrutando de olas
potentes de 2 metros, con salida a izquierda y derecha que hacen las delicias
de casi todos los que estábamos en el agua. Digo casi todos, porque a algún
instructor de escuela no se le ocurrió mejor idea que meter a sus chicos y
chicas en medio de todo el berenjenal, proporcionándonos un espectáculo de caídas
digno de carcajadas. Pobre gente.
Tras más de hora y media en el agua y con cara de
satisfacción, era el momento de disfrutar de unas cervezas en la terraza viendo
el mar. Mañana el viento cambia de dirección y sopla con fuerza del sur. Eso
significa que las condiciones van a ser perfectas… épicas. A ver si es verdad.
Por cierto, IMYAA!
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